La distorsión

Había cosas que le quedaban grandes. Siempre valiente, divertida, siempre dispuesta a dar un paso más, siempre arriesgando. Muchas veces se había preguntado por qué lo hacía, a qué jugaba, pero las respuestas no le gustaban demasiado, así que las ignoraba. Estuvo haciéndoles caso omiso durante tanto tiempo que cuando se miró al espejo no se reconoció. Aquella persona no era ella, estaba distorsionada y desconocía cómo volver atrás para ponerle remedio. Todo el mundo había aceptado a Distorsión como amiga, como conocida, como pariente. Y no era ella. Se descubrió llevando un traje que no era el suyo, incapaz de quitárselo para mostrarse tal y como era. También descubrió que carecía por completo de las cualidades necesarias para vencer aquella empresa; comprobando que eran las cosas más simples, cotidianas y pequeñas, las que le quedaban grandes.


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